miércoles, 19 de marzo de 2008

GRANDES PRESAS

Ecos del 14 de Marzo
Día Mundial sobre las Represas

ITAIPÚ vs. GUAIRÁ

• Enterado de la construcción de la represa de Itaipú y de la inminente desaparición de los Saltos del Guairá, los más caudalosos del mundo, que –tal como luego sucedió, quedarían sepultados bajo el embalse, Martínez viajó al lugar de los hechos. El siguiente es su relato.







por Ing. Luis Carlos Martínez
Guairá, agosto 1980


En las proximidades del trópico de Capricornio y el meridiano 54, entre Brasil y Paraguay se está llevando a cabo un sensacional combate entre un prodigio de la naturaleza –los Saltos del Guairá– y un prodigio del hombre –la represa de Itaipú. Una lucha desigual, atendiendo a que el juez es una de las partes. El hombre.

El proyecto Itaipú, sobre el río Paraná, está a 200 km al sur de los Saltos del Guairá y 14 km al norte de la frontera con Argentina. Cuando la represa más grande del mundo -seis veces más que la de Assuan, esté en funcionamiento, las aguas del embalse cubrirán por completo a los saltos. En sólo catorce años (1974–1988) el hombre se anotará otro poroto en su plato de conteo. Falta saber quiénes se lo comerán y como serán digeridos.

El jardín de las delicias

Desde que se traspone el primer puentecito, no más ancho de un metro, se ve desgranarse una cantidad incontable de saltos vertiginosos. Cada uno de ellos es diferente, creando una variedad que tiende al infinito. El agua teñida de un rojo intenso se descuelga en cientos de matices hasta llegar a la espuma. En un recorrido de casi dos kilómetros hay que cruzar nueve puentecitos colgantes construidos con tablas abulonadas a cables de acero que se bambolean al paso de una sola persona provocando una inquietante sensación de vértigo. Solamente un puente cruza aguas arriba de un salto, los demás lo hacen a pocos metros y por delante de ellos va quedando debajo el torrente que se despeña por su correspondiente cañón de paredes de piedra basáltica desnuda. Estos rápidos desembocan en el cauce principal del río Paraná, que también corre con una velocidad y turbulencia inusitadas. El encuentro de ambas corrientes es un espectacular choque lleno de vórtices y remolinos que bajan y suben como una marea enloquecida.

Almuerzo campestre

En junio de 1966 los cancilleres brasileño y paraguayo, Juracy Magalhães y Raúl Sapena Pastor firmaron el acta final que se constituía en la primera manifestación oficial del deseo paraguayo-brasileño de realizar conjuntamente el aprovechamiento hidroeléctrico del río Paraná. En su punto IV se expresa:

“Concordaron en establecer, desde ya, que la energía eléctrica eventualmente producida por los desniveles del Río Paraná, desde e inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande de las Siete Caídas...etc.” Obsérvese: “desde e inclusive”. Pero era sólo un acta, una expresión de deseos.

En abril de 1973 ambos gobiernos firmaron otro documento cuyo título es: “Tratado entre la República del Paraguay y la República Federativa del Brasil para el aprovechamiento hidroeléctrico de los recursos hidráulicos del Río Paraná, pertenecientes en condominio a los dos países inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande de Sete Quedas hasta la boca del Río Iguazú”. Nuevamente “desde e inclusive”. El certificado de defunción comienza a redactarse.

La visión fantástica

Sete Quedas (Siete Caídas) es el nombre portugués de esta maravilla de la naturaleza, que se extiende por más de cinco kilómetros de los que sólo dos están habilitados al público a través de senderos y puentes colgantes. Y son suficientes para conmoverse. Cada caída es en realidad un complejo de saltos multiformes. Mirándolos de frente desde los puentes puede verse el agua que viene como el lomo hinchado de un jabalí enfurecido, corriendo y saltando hasta precipitarse en la catarata con su característico estruendo, su universo de espuma y llovizna, y los siempre asombrosos arco iris. Un segundo más tarde pasa por debajo nuestro, tumultuosa y velozmente, recorriendo el breve desfiladero milenario hasta juntarse con el cruce principal del río. Cada lomo de jabalí es distinto a los otros, cada cascada también lo es, cada torrente desfilando es singular. Y todo es fascinante.

Naturaleza muerta

La central hidroeléctrica de Itaipú, en plena construcción, está localizada en el Río Paraná a 14 km al norte del Puente Internacional que une Pte. Stroessner y Foz de Iguazú. En este punto el río Paraná tiene 400 metros de ancho y una profundidad que varía entre 25 y 45 m. Los componentes y estructuras principales del proyecto son: canal de desvío, estructura de control de desvío, ataguías principales, represa principal, represa lateral derecha, represa de enrocado, represas de tierra en las márgenes izquierda y derecha, vertedero, casa de máquinas y embalse. La longitud total de la represa será de 8,5 km por cuya cresta transitará una supercarretera. La represa principal tendrá 1.500m de longitud, la represa lateral derecha 800m, el vertedero 500 m, la represa de enrocado margen izquierdo 2.200m, la represa de tierra 2.000m, la casa de máquinas al pie de la presa principal 950m.

Lujo, calma y voluptuosidad

El entorno pétreo y vegetal que rodea al fenómeno no es menos hermoso que las aguas que saltan. Entre puente y puente hay que transitar sinuosos senderos tallados en la vegetación selvática. Buenas piernas, fuertes tobillos y calzado adecuado es lo aconsejable para quien quiera visitar estos fastos próximos a desaparecer cubiertos por el agua que embalsará Itaipú doscientos kilómetros aguas abajo. Toda el área es una especie de paraíso de lagartijas que brincan entre las piedras con nerviosos y ágiles movimientos, y elegantes golondrinas planean alegremente alrededor de sus nidos incrustados en las irregulares paredes de piedra de los desfiladeros de agua en revoltijo. En un claro del bosque, los monitos acuden a recibir golosinas de los turistas. Las extravagantes mariposas y los colibríes tornasolados con sus impredecibles movimientos y su pequeñez dimensional ponen el contraste a la bucólica y desmesurada masa verde donde los cactus, helechos y filodendros cohabitan amablemente con los árboles que salen disparados hacia arriba en sus luchas eternas por ganar el sol.

La torre de Babel

La represa principal tiene actualmente (vista desde el eje del río) la misma forma que la catenaria de la instalación de lanzamiento de hormigón consistente en tolvas de 6 metros cúbicos que circulan colgadas de un cable de acero paralelo a la represa; y cuya luz libre entre apoyos es de 1.360 metros. La altura de estos apoyos es de 110 m. Cuando la mole de hormigón de la represa principal esté terminada tendrá una altura de 190 m desde el punto más bajo de la fundación hasta la cresta. La casa de máquinas se asemeja a un megaprisma acostado de 1 hectárea de sección transversal por 1 km de largo. Allí serán alojadas las 20 turbinas tipo Francis. 10 turbinas generarán en 50 ciclos y 10 en 60. Cada rotor mide 8,5 m de diámetro y pesa 315 toneladas. El peso total de cada turbina estará cerca de las 3.000 toneladas. Hay muchas más cifras, equipos e instalaciones a cual más descomunal. Y a todos ellos hay que agregar 25.000 personas trabajando mientras dure la construcción. El objetivo apuntado: 12.600.000 kilovatios en 1988.

Guernica

Sin embargo, la fecha fatídica para los Saltos del Guairá será 1982, cuando la primera turbina entrará en operación con el embalse obviamente lleno. La población de Guairá, la ciudad brasileña más próxima a estas cataratas está indignada con Itaipú. Un argentino, propietario de un restaurante especializado en pescados, todavía guarda esperanzas de que la obra no llegue a su fin. Se apoya en aparentes dificultades de financiación. Según datos oficiales, el costo total del proyecto Itaipú, incluyendo costos directos, ingeniería, supervisión técnica y administración general está estimado en 6.000.000.000 de dólares estadounidenses. Casi la tercera parte de la actual deuda externa de la Argentina. Algunos funcionarios paraguayos sostienen, en base al gasto efectuado hasta la fecha, que dicha cifra trepará a los 10.000 millones de dólares. Con todo, este coloso de la generación eléctrica, 12 años después de su funcionamiento a pleno, es decir, en el año 2000, apenas cubrirá el 2% de las necesidades energéticas de Brasil. Los inconsolables guaireños se preguntan si por esta cifra, que en 50 años será aún más pequeña, vale la pena rematar los maravillosos Saltos que dentro de muy poco solo serán un recuerdo, alimentado de cuando en cuando por un álbum de fotos y postales.

El triunfo de la muerte

A quinientos metros del último puentecito, está el final del recorrido. Se llega al borde mismo del Salto catorce, el más grande de todos, enfrente del Salto trece. Abajo, el torrente embravecido corriendo por su irregular tobogán de basalto milenario. Desde este punto puede tomarse un sendero de unos trescientos metros que termina en un pequeño puerto de botes. Es una estrecha península de cinco metros de lado. Allí, en el centro de la misma, flanqueado por el agua pronta a derrumbarse en los saltos colosales y la selva enmarañada, hay un dado de hormigón semejante al podio de los triunfadores, con una lacónica leyenda: Itaipú.


Luis Carlos Martínez, agosto de 1980.


NOTA

El ingeniero Luis Carlos Martínez, oriundo de Paraguay, vivía y trabajaba hacia los años ´80 en la ciudad de Santa Fe, Argentina. Había cursado sus estudios profesionales en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral. Enterado de la construcción de Itaipú y de la inminente desaparición de los Saltos del Guairá, que –tal como luego efectivamente sucedió, iban a quedar sepultados bajo las aguas del embalse de la represa, Martínez viajó hasta el lugar de los hechos. Dos años antes de la inauguración de Itaipú en 1982, como otra gente de su país natal, de Brasil y de todo el mundo, fue a dar el adiós a lo que por entonces eran las cataratas más caudalosas del planeta, pertenecientes al río más importante del continente junto al Amazonas y uno de los cinco más grandes del mundo: el Paraná. Luis regresó a Santa Fe profundamente conmocionado por la belleza de la selva y del río en aquella remota región del Guairá y por la cercana destrucción de lo que era considerada una de las 7 maravillas del mundo natural.

En la primavera de 1980 nos entregó dos postales a color de los Saltos del Guairá (Sete Quedas, en portugués), tres páginas escritas a máquina bajo un título lacónico: “Itaipú vs. Guairá”, y un dibujo con trazos de ingeniero que describe el principio del fin –y que adjuntamos abajo.

Amante de la música y de la pintura, y poseedor de una vasta cultura artística, el ingeniero Martínez subtituló su escrito con el nombre de pinturas famosas en la historia de la humanidad: El Jardín de las Delicias, de El Bosco; La Visión Fantástica, de Goya; Guernica, de Picasso. Publicada en una tirada corta en aquellos años, “Itaipú vs. Guairá” cayó en el olvido. El afortunado hallazgo de las páginas originales mecanografiadas, nos permite devolver ahora a nuestros lectores de Internet esta pieza breve pero contundente sobre el drama humano actual.- J.C., Santa Fe, 14 de marzo de 2008.










“Adeus Sete Quedas”. Canción en portugués compuesta como homenaje a lo que fueran las cataratas más caudalosas del mundo, que hoy yacen bajo las aguas del embalse de la represa Itaipú, en lo que se considera el peor "ecocidio" del planeta junto a la desecación del Mar Aral.





Impresionantes vistas de las cataratas de Sete Quedas (Saltos del Guairá). Uno de los pocos registros filmados que se han salvado del paso del tiempo y el manto de olvido. En un documental para la televisión de Brasil.

NOTA COMPLETA Y VIDEOS: http://www.proteger.org.ar/doc753.html

Fuente: Prensa Proteger - www.proteger.org.ar

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