Cuesta Blanca marca la diferencia a la hora de cuidar el verde
La comuna de Punilla tiene las normas más restrictivas para construir. Dos de sus 10 empleados son guardaparques.
La reserva. Son 10 hectáreas sobre las márgenes del río San Antonio. El monte nativo es intangible y lo cuidan voluntarios (LaVoz).
Cuesta Blanca. En la zona serrana del sur de Punilla, Cuesta Blanca parece marcar una diferencia. El discurso de que el verde debe cuidarse en las sierras y que el crecimiento urbano no debe comprometer (tanto) el ambiente en este caso parecen algo más que palabras.
Un par de hechos: la pequeña comuna ha incorporado una legislación que fija más límites que cualquier otra de Córdoba a la hora de construir propiedades. Y de sus 10 empleados estables, dos (el 20 por ciento del personal) son guardaparques, para cuidar el verde que los rodea.
En pocos años, Cuesta Blanca se diferenció de las demás. No se trata sólo de una acción comunal: esas decisiones de las autoridades locales parecen más bien consecuencia de la impronta de muchos de sus vecinos por hacer caminar el lugar por ese sendero. Un grupo de habitantes, por ejemplo, son guardaambientes voluntarios, y cada fin de semana colabora gratuitamente en tareas de concientización y preservación de la reserva que los rodea.
Cuesta Blanca tiene apenas 350 habitantes estables. Pero el 70 por ciento de sus casas son de veraneo y cuenta con dos hoteles. En temporada alta suelen “ocuparla” unas dos mil personas.
Medidas concretas. En 2006, empujada por vecinos inquietos, la comuna empezó a asumir medidas de protección ambiental. Se dictaron talleres y capacitaciones y se debatieron regulaciones. En 2008, sumó un guardaparque. Luego fueron dos. Para una comuna de este tamaño, que cuenta cada peso de su presupuesto, tener dos sueldos con ese fin resulta llamativo.
En 2009, dio otro paso: se demarcaron 10 hectáreas como reserva natural local, sobre las márgenes del río San Antonio. Esa zona de bosque nativo pasó a ser intangible: no podría ya avanzarse con construcciones. Se sumó cartelería, se marcaron senderos. Y los voluntarios la cuidan y recorren cuando los guardaparques no trabajan los fines de semana.
En la comuna admiten que un apoyo teórico y práctico central en todo el proceso fue de la ONG Ecosistemas Argentinos, algunos de cuyos integrantes habitan el lugar.
Andrea Jordán, jefa comunal desde hace 11 años, explicó a este diario que se creó un “código de edificación” que establece límites más restrictivos que en cualquier otro sitio a lo que cada propietario quiera hacer. “Por ejemplo, se permite edificar sólo sobre una parte del terreno y se exige que no menos del 20 por ciento sea intocable en su vegetación y suelos, que deben quedar tal como están”, señaló.
También se reguló el tipo de plantas que pueden plantarse incluso en terrenos privados, evitando las exóticas para privilegiar las autóctonas, y se censan e identifican todos los árboles de cada casa, que no pueden ser talados ni podados sin autorización comunal. Todo eso se controla, a través de los guardaparques, incluso en cada sitio privado. Otro dato: está penado usar maquinarias para movimiento de suelos incluso en terrenos privados.
“Claro que este criterio nos generó conflictos con algunos, pero al final el que compra un terreno en Cuesta Blanca sabe que queda sujeto a estas condiciones, y las inmobiliarias que los venden también”, acotó Jordán. “El que vino a vivir aquí lo hizo pensando en ese verde y para mantenerlo hay que asumir medidas”, agregó.
La apuesta es que el crecimiento urbano no se descontrole. Lo que le pasó a otras comunas y municipios es un espejo en el que no se quieren mirar.
Desde una perspectiva ambiental, en Cuesta Blanca están haciendo algo de lo que no se hace en el resto de las sierras, que son en gran parte áreas declaradas por ley como reservas hídricas y naturales provinciales. Pero lo son en los papeles más que en la práctica real. (ver Noticias Relacionadas: "Los vecinos como protagonistas activos")
FUENTE: La Voz del Interior día 27/12/2010
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