Golondrinas en la plaza central de Río Cuarto: cada verano regresan y son protagonistas del lugar.
Miércoles 28 de enero de 2009
Edición impresa Regionales Nota Medio ambiente
Las golondrinas llegan cada vez más tarde al sur cordobés
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Las golondrinas llegan cada vez más tarde al sur cordobés
Antes arribaban cada octubre. Este año fue en enero. Lo atribuyen al cambio climático. Miles ocupan la plaza céntrica.
Se hicieron esperar. Las golondrinas llegaron este año más tarde a Río Cuarto. Hace tres años que reeditan esta suerte de aviso del cambio climático: en lugar de arribar en octubre o noviembre, comienzan a hacerse notar, con sus bulliciosos vuelos, a mediados de enero. Según los expertos, estas aves dan una clara señal del aumento de la temperatura global. El cambio climático alteraría sus hábitos migratorios, además de disminuir la población.
Hace 15 años, un censo realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), con base en fotografías aéreas, determinó que a la ciudad llegaban anualmente más de 300 mil golondrinas de la especie progne modesta elegans. Hoy, el número se habría reducido considerablemente, entre otras causas –se presume– porque las golondrinas son insectívoras y las afectan las fumigaciones de los campos.
Juan Carlos Daita, concejal e integrante del grupo Fauna de la UNRC, explica que los insecticidas y herbicidas "no sólo perjudican su alimentación sino que también influyen en su fertilidad y hasta en sus huevos, que resultan más frágiles". Lo curioso es que estas aves, que llegan procedentes del norte de Brasil y América Central, hace años que eligieron el centro de Río Cuarto para pasar el verano y reproducirse.
Pese a los intentos para erradicarlas, para evitar el olor de sus excrementos (en las últimas décadas probaron desde colocar chicharras hasta ahuyentarlas con manguerazos de bomberos), las pequeñas aves siguen fieles al instinto de volver una y otra vez al lugar donde nacieron. Plaza querida. Su lugar preferidos son los grandes árboles de la Plaza Roca y de la Plaza Olmos (frente al municipio) donde –según explica Daita– se sienten protegidas de sus depredadores, los edificios frenan los vientos y el asfalto caliente crea un microclima (con corrientes ascendentes de temperatura) que les permite hasta levantar vuelo más rápido.
Además, por la iluminación del sector de noche las golondrinas se evitan el gasto de energía para mantener su temperatura. Esas condiciones lumínicas no se dan en otros parques de las ciudad. Las pequeñas avecillas llegan al atardecer al centro. Mientras una bandada se asienta, otra espera y brinda un magnífico espectáculo en el cielo.
El grupo Fauna insiste con que el único impacto negativo de esta visita anual son los olores, que –afirma– "podría evitarse si se cambia el modo y horario de limpieza de la plaza". Entre sus ventajas, además del inusual espectáculo natural que ofrecen, menciona que las golondrinas se alimentan de toneladas de insectos cazados al vuelo. En los tres meses que suelen vivir en Río Cuarto, consumen un kilo de insectos cada una.
Una pareja puede devorar 3.600 mosquitos, moscas y hormigas aladas al día. Hacen entre 300 y 500 viajes diarios para alimentar a sus cinco o seis crías en el nido. Los pichones reciben las instrucciones de vuelo en el río. Beben agua sin detenerse. Cuando los más jóvenes estén en condiciones y empiezan los fríos, las golondrinas emprenderán su éxodo colectivo rumbo al norte de Brasil, Venezuela, Guayanas y Perú.
Fuente artículo y fotografías: LA VOZ DEL INTERIOR
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