Una cordobesa que, de noche, salvaba tortugas
Leila Joaquín es bióloga y caminaba todas las noches casi 4 kilómetros rescatando huevos de tortugas laúd.
Leila Joaquín tiene 29 años. Llegó hace unos meses de Venezuela, donde vivió una de las experiencias más fuertes de su vida. Ella es bióloga egresada de la Universidad Nacional de Córdoba y estuvo seis meses en la Península de Paria, Estado de Sucre en Venezuela, salvando la vida de tortugas marinas.
Contacto. La bióloga Leila Joaquín junto a una tortuga marina en la península de Paria, en Venezuela. Miden dos metros (LaVoz).
Conocidas como Dermochelys coreaceae, –denominadas comúnmente en Venezuela como laúd, baula o cardón– llegan a medir entre 1,5 y dos metros de largo curvo de caparazón y son consideradas las más grandes del mundo. El relato de Leila sobre su experiencia en Venezuela –ya está de regreso, en su casa de Argüello– conmueve a propios y extraños. En aquel país trabajó para el Centro de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas (Cictmar), una ONG que a su vez está asociada a la Widecoast, que es la red de conservación de tortugas marinas de todo el Caribe. Antes de Venezuela, Leila trabajó con cocodrilos en México. Ahora está evaluando volver con las tortugas (de marzo a setiembre es el desove) o dedicarse, en Córdoba, a la esqueletocronología de tortugas.
Al rescate. Leila controla que los huevos caigan en una bolsa. Luego los trasladan a un lugar seguro hasta el nacimiento de las tortugas (LaVoz).
Caminando las playas.
El Cictmar posee dos playas en estudio con campamentos activos. Desde el año 1999, en la playa de Cipara, y desde 2002, en Querepare. El campamento está afincado en una comunidad de 100 habitantes, donde ni siquiera conocen un auto ni llegan los colectivos. Esta casa recibe todos los años a biólogos, estudiantes de biología y voluntarios que quieren aprender y colaborar con el trabajo de la ONG. Quienes participan de este trabajo, como el caso de Leila, llegan a pasar seis meses en una comunidad alejados de todo y de todos.
El trabajo consiste en caminar las playas de noche. Todos los días, Leila y el resto de los colaboradores caminan 1,5 kilómetros en la playa de Querepare, y 2,2 kilómetros en la playa de Cipara. Leila lo hace de una punta hasta la otra, con intervalos de 30 minutos y equipada sólo con una luz roja tipo led para no molestar al animal. “Primero esperamos que comience el desove, cuando las tortugas comienzan a poner los huevos.
En ese momento ellas entran en una especie de trance, donde nada de lo que ocurre a su alrededor logra perturbarlas”, relata. Y agrega: “Se coloca una bolsa debajo del orificio por donde salen los huevos y los juntamos para trasladarlos a otro sector de la playa más seguro y protegido de predadores o saqueos”.
Allí, los biólogos las miden, revisan si poseen marcas y si no, se las colocan. Son unas placas metálicas con letras y números identificatorios que se ponen en las aletas posteriores, en un pliegue tipo cartilaginoso que tienen las tortugas. Cuando tienen fondos, les colocan el PIT, un chip que se inyecta en el hombro de la tortuga que contiene un tipo de código de barra.
Bebés. Nacen después de unos 60 días de incubación. Cada tortuga pone unos 100 huevos (LaVoz).
Rastrillajes y ecoturismo.
Luego de realizadas las tareas de rastrillajes, se esperan dos meses. Ese tiempo es lo que dura el desarrollo embrionario de la tortuga. Se localizan los nidos, los cuales son revisados y se cuentan el total de cascarones y huevos que no han eclosionado. “Esto nos sirve para sacar diferentes porcentajes, como el de eclosión, de reclutamiento al mar y tasa de mortalidad, entre otros”, asegura Leila. Los patrullajes se realizan con asistentes locales y chicos de la comunidad, a quienes se los busca concientizar para que realicen un proyecto de ecoturismo basado en las tortugas.
Las tortugas laúd miden entre 1,5 y 2 metros. A la noche, Leila caminaba casi cuatro kilómetros para recolectar los huevos de las tortugas que desovan en la playa (LaVoz).
Algunos resultados
Desde que la ONG trabaja en las costas venezolanas, unas 800 hembras de tortugas laúd, o cardón, han sido marcadas y más de 63 mil crías han sido salvadas. Participaron 50 asistentes de Europa y América y se organizaron decenas de charlas y capacitaciones en la comunidad.
FUENTE: L a Voz del Interior - 23 de Febrero de 2010
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