Domingo 24 de agosto de 2008
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Nota
Una pesadilla llamada uranio
Junto a la ola de protestas precordilleranas por la minería del oro crece ahora una fuerte oposición popular a la explotación uranífera. Tinogasta y Fiambalá, en Catamarca; Famatina y Sanagasta, en La Rioja, son en este momento pueblos que temen a las consecuencias ambientales que puede acarrearles la llegada de los emprendimientos metalíferos.
Sergio Carreras
De nuestra Redacción
scarreras@lavozdelinterior.com.ar
El invierno tinogasteño huele a tortilla de grasa. La plaza central del pueblo está atrapada en el aroma que despiden los círculos de masa desde las parrillas montadas sobre el pavimento. Las calles están cortadas; las escuelas, cerradas, y los residenciales repletos. Es el 295° aniversario del pueblo. Una montaña de chicos se prepara para desfilar con paso marcial frente a un palco hacinado de trajes oscuros y corbatas. El calor siestero no respeta calendarios y clava un veranito en pleno agosto. En una esquina de la plaza hay algo fuera de lugar: un iglú. Es plástico y está empapelado con fotografías, poemas y afiches coloridos. Es la carpa donde hace 10 meses izaron su bandera de resistencia los vecinos autoconvocados de Tinogasta. Desde que se enteraron que existe un proyecto para explotar un yacimiento uranífero ubicado a siete kilómetros en línea recta desde esta misma plaza, la vida dio un vuelco para todos ellos. Nunca se imaginaron poniendo el pecho a camiones enormes para cortar una ruta nacional, como hicieron hace pocas semanas cuando interrumpieron el paso de material para La Alumbrera, la más grande mina de oro de Argentina. Tampoco se veían organizando una consulta popular para pronunciarse contra la minería, que las autoridades catamarqueñas se preocuparon en evitar. Mucho menos aguando actos oficiales con sus cartelones que gritan contra el uranio y la destrucción del ambiente. Uranio a la vista. Las paredes de Tinogasta, antes tranquilo escenario de la batalla muda entre el cemento y el adobe, ahora albergan graffitis irónicos: "La minería es crecimiento y desarrollo" escriben, conocedores de que pueblos vecinos cercanos a megaemprendimientos mineros siguen pobres y con los bolsillos tan vacíos como los tenían antes. El yacimiento de uranio a explotar se llama Río Colorado y se extiende en una franja de 16 kilómetros sobre un faldeo bajo, color rojo sangre, que integra el extremo norte del cordón de Famatina. En ese lugar, donde existen socavones hechos por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) hace medio siglo, el uranio brota a flor de tierra. Allí, gracias al contrato celebrado con el geólogo argentino Horacio Solís, está realizando estudios la empresa Jackson Global Limited, propiedad de la australiana Jackson Minerals Limited, quien explora un área de 762 kilómetros cuadrados que también incluye la presencia de plata y cobre. Si, como se prevé, los resultados son auspiciosos, en pocos años el yacimiento podría comenzar a ser explotado. Sería una de las primeras minas de uranio del país en volver a operar luego del parate decidido en la época menemista. Actualmente, Argentina debe importar, a precios cada vez mayores, el uranio que necesita para sus instalaciones nucleares. No sólo los autoconvocados del iglú sino una mayoría importante de los 11 mil tinogasteños ven la apertura de la mina de uranio casi como una maldición. "Sería la condena que abrieran una mina de uranio a minutos de la ciudad", dice el bioquímico Roberto Lovera, cordobés asentado hace muchos años en Tinogasta. "Aquí se vive de la agricultura, tenemos cinco mil hectáreas cultivadas con viñedos, olivos, nogales, aromáticas. Está creciendo la industria de los vinos finos, con predominio de la variedad syrah, y se quiere aprovechar nuestra cercanía con el paso internacional San Francisco para crecer turísticamente. Una mina no sólo sería dañina y contaminante, sino que además es innecesaria". Vicente Longo, hijo de Vittorio, quien llegó proveniente de la provincia italiana de Foggia en 1953, es dueño de una de las bodegas más grandes de Tinogasta y distribuye vinos desde La Rioja hasta Tartagal. "Sobre minería no conozco nada, así que no opino", dice primero. "Aunque todos dicen que es algo malo, así que será así. No entiendo cómo vamos a tener una mina de uranio pegada a los viñedos, va a ser un desastre. Además, veo que la minería está dando migajas a otras regiones, y este departamento está destruido". Campo de temores. Para llegar a la zona del yacimiento hay que andar 10 minutos por la ruta 60 y luego entrar a un camino de tierra que desemboca rápido en Las Higuerillas, un viejo poblado en el que sobrevive una sola familia, una casa de adobe con las aberturas tapiadas y una vieja capilla donde el último rezo parece haber sido pronunciado hace siglos. Es un lugar de profundo silencio y belleza, con un arroyo cristalino que corre al costado de un cauce ancho enmarcado por el cortinado bermellón de la montaña. "Esta belleza va a volar toda a la mierda", se lamenta el comerciante Carlos Longo. "¿Quién va a querer que sus hijos crezcan junto a un megaemprendimiento uranífero? Esto no es desarrollo sustentable. Tinogasta tiene que poder decir qué quiere. Yo no quiero ser como Belén ni como Andalgalá, que no ven ni un mango de las minas. Yo quiero ser Cafayate o crecer como Chilecito en los últimos 15 años. Pero eso no va a poder ser si contaminan el valle". En Tinogasta se repiten las historias sobre el miedo que engendran los emprendimientos uraníferos. Internet les provee material en abundancia sobre consecuencias del gas radón que liberan las explotaciones de uranio, la silicosis que produce la inhalación continua de compuestos químicos, la contaminación del aire, la tierra y, en especial, el agua vital para la agricultura y consumo humano. Estos miedos se aferran al recuerdo de una serie de episodios ocurrida en la década pasada. En enero de 1995, el intendente de Fiambalá, Amado Quintar, caudillo zonal que sigue en el mismo cargo, hizo una denuncia catastrófica: se habían encontrado desechos nucleares abandonados por una empresa minera canadiense en zonas cordilleranas cercanas. A los pocos días, un informe del segundo jefe del escuadrón local de Gendarmería señaló que dos años antes un estudio científico detectó "elevados índices de uranio con presencia de arsénico" en el agua usada para consumo humano. Una nota del diario El Ancasti, del 30 de enero de aquel año, ayudó a prefigurar la alarma cuando afirmó que el 70 por ciento de los catamarqueños internados en el Hospital de Niños de Córdoba padecía leucemia o cánceres tumorales. Esta información no fue avalada después por estudios oficiales, pero todavía no ha sido olvidada en la zona. Montañas por venir. Las autoridades y las empresas mineras hacen hincapié en la falta de basamento científico de esos temores. Pero obtienen resultados magros. A pocos kilómetros de Tinogasta, en la localidad de Fiambalá, donde funciona uno de los baños termales más apreciados de la Argentina, también se está explorando la montaña para una futura explotación de uranio. Y los temores son los mismos. El cordobés Alejandro Zanetini es uno de los pocos autoconvocados de Fiambalá que no tiene temor a que se mencione su nombre. "Están explorando hasta a 400 metros de las termas ¿están locos?", dice. "Van a destruir el mayor patrimonio turístico que tenemos y van a arruinar la poca agua que hay. Acá los peces levantan polvaredas porque los ríos están secos. Este es un paraíso que no podemos dejar en manos de demonios", subraya. Catamarca es la provincia argentina con mayores proyectos mineros metalíferos. Tiene previstas inversiones por miles de millones de dólares para los próximos años en explotaciones de oro, cobre y plata, principalmente, cada una con su correspondiente promesa de empleo y regalías. Ahora, con la reactivación nuclear que propone el Gobierno nacional, también prevé ser escenario de algunos de los principales campos para la cosecha del uranio. Luis Taborda, docente y escritor sanagasteño, opina que "en este tema es importante ser claro y coherente con los mensajes. Yo digo no a esta minería a cielo abierto, pero a la vez hay que saber decir sí a cuáles son las propuestas alternativas para que la región tenga crecimiento. La gente joven se sigue yendo de estos lugares". Taborda colgó uno de sus textos junto al iglú levantado en la plaza de Tinogasta: "Latinoamérica llega hasta el patio de mi casa", se puede ver que dice el primer verso del poema. El resto queda oculto cuando un grupo de chicos se acerca a leerlo comiendo tortas de grasa. El gigante que no duerme El Gigante Dormido es una presencia imposible de ignorar en Tinogasta. El perfil de la montaña visto desde esta ciudad recorta el perfil perfecto de un hombre acostado con la vista hacia lo alto. “Ahora el Gigante se ha despertado, es la gente que se levanta contra la minería contaminante”, dice Roberto Lovera. Los mitos, leyendas, aparecidos y santos populares del valle de Famatina han renacido al calor de esta pelea contra las mineras.
Domingo 24 de agosto de 2008
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El sueño del despertar nuclear .
Sergio Carreras
De nuestra Redacción
scarreras@lavozdelinterior.com.ar
Frente a la Casa de Gobierno de La Rioja, manifestantes llegados de numerosas poblaciones precordilleranas reiteran su protesta minera mientras, a pocas cuadras, el gobernador Luis Beder Herrera y la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Norma Boero, firman un convenio para exploración de depósitos de uranio en toda la provincia. Los que protestan están enardecidos: la Legislatura riojana, a pedido del gobernador, derogó hace pocos días la ley que prohibía la explotación minera metalífera a cielo abierto. Beder Herrera fue el principal impulsor de esa ley, al punto que siendo vicegobernador fue el motivo central de su pelea con el ex gobernador Luis Maza, a quien ayudó a destituir en abril del año pasado. Beder Herrera nació en Campanas, una pequeña localidad del valle de Famatina, la zona donde más enardecidos están los ánimos con la llegada de la minera Barrick para explorar yacimientos de oro. Hasta el año pasado, Beder Herrera posaba para las fotos con carteles enormes que gritaban "No a la minería" y fue nombrado ciudadano ilustre de su pueblo por su postura contra las mineras, pero desde hace dos semanas es el abanderado de la misma posición que criticaba a su rival Maza. El gallo uranífero. El acuerdo recientemente firmado en La Rioja habilita a la CNEA, como un primer paso, la exploración de uranio en El Gallo, un predio de 6.561 hectáreas ubicado cerca de la ciudad de Sanagasta, a muy poca distancia de la capital provincial. Los trabajos comenzarán la semana próxima. Lo novedoso del acuerdo, si se lo compara con el resto de emprendimientos metalíferos en marcha en el país, es que la provincia se quedará con el 50 por ciento de los recursos minerales que se extraigan. No menos importante es que serán los estados nacional y provincial los dueños de los derechos sobre las áreas mineras, quedando prohibido cederlos a empresas de capitales privados. Distinto es lo que sucede a pocos kilómetros, en la provincia de Catamarca, al igual que en otros distritos, donde las exploraciones están a cargo de mineras privadas que apuntan a la exportación de uranio para el mercado internacional. Este acuerdo firmado en La Rioja se enmarca en el Plan de Reactivación Nuclear Argentina lanzado hace dos años por el gobierno de Néstor Kirchner. En un contexto de crisis energética y proyecciones de crecimiento continuado de la demanda, el plan prevé que, para 2025, el país necesitará tener seis centrales nucleares en funcionamiento para ayudar a cubrir una demanda cercana a los 40 mil megavatios, el doble de la actual. En la actualidad sólo existen dos centrales nucleares, Atucha y Embalse. A la instalación cordobesa se le extenderá su vida productiva más allá de 2012 (su fecha original de cierre) y se espera que en dos años esté funcionando la tercera central, Atucha II, para que aporte 745 nuevos megavatios a la oferta de energía eléctrica nacional. Ya están en marcha los estudios de factibilidad de la cuarta central, de 740 megavatios y con tecnología canadiense Candu, sin que todavía se tengan datos sobre dónde estará ubicada. Un acuerdo ya firmado con Canadá en julio del año pasado contempla la posibilidad de construir la quinta central. Como parte de ese plan, Argentina necesita reiniciar la producción de uranio enriquecido, tal cual lo hizo Brasil, país con el que este año acordó la creación de una empresa binacional. Desde la CNEA se observa que el contexto internacional actualmente es muy favorable para la expansión de la energía nuclear. El aumento explosivo del precio del barril de petróleo y la exigencia del Protocolo de Kioto de reducir la emisión de gases de efecto invernadero ha conseguido que hasta países que habían dado la espalda a la energía nuclear estén volviendo sobre sus pasos. Números en ascenso. Un indicio del cambio es la elevación del precio internacional del uranio. Técnicos de CNEA consultados por este diario señalaron la ventaja económica que tendría el uranio: un kilogramo del mineral rinde la misma energía que 75 barriles de petróleo. Pese a que produce uranio desde mediados del siglo pasado, Argentina dejó de hacerlo en la década pasado. Ahora debe importarlo a un precio cada vez mayor. En el caso de Dioxitek, la firma estatal que produce dióxido de uranio en la ciudad de Córdoba, por la última compra que hizo, en Rusia, habría tenido que depositar una cifra millonaria en dólares en concepto de seña, sin saber cuál será el precio final que pagará por el uranio, en 2010. Técnicos de la CNEA consultados por este diario señalaron que, con más centrales nucleares funcionando, Argentina ahorrará cientos de millones de dólares en pocos años. Desde la seccional cordobesa de la Asociación de Profesionales de la CNEA (APCNEAN), sus directivos coincidieron en afirmar que son infundados los temores que crecen en zonas de futuras exploraciones uraníferas, como La Rioja y Catamarca. "El trabajo en una cantera de uranio es infinitamente más pequeño que el que realiza una mina de oro a cielo abierto", señaló un actual funcionario de la regional Córdoba de CNEA. "En 50 años de minería de uranio en Argentina se han removido apenas seis millones de toneladas de roca. Comparativamente, es nada. Es lo que remueve apenas en un año y medio Canteras Malagueño, aquí en Córdoba". Una mina como La Alumbrera, en Catamarca, al inicio de su explotación tenía previsto remover 1.500 millones de toneladas de roca. "Con respecto al consumo de agua, que asusta tanto –continuó el especialista– una mina de uranio, en promedio, solamente usa 150 mil metros cúbicos por año, similar a lo que emplea una quinta de frutales de 15 hectáreas. Una mina de uranio no es comparable a un megaemprendimiento sino más bien a una cantera". Otro de los directivos de la Asociación sostuvo que "en los últimos 50 años no se ha producido ningún daño a la salud de las personas debido a la minería del uranio en Argentina". El caso cordobés. La provincia de Córdoba es otro de los lugares donde más se han escuchado las protestas ambientalistas relacionadas al uranio en los últimos años. El Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería de Uranio (Pramu) que lleva adelante CNEA tiene entre sus principales deudas el mejoramiento de la mina que se explotó en Los Gigantes, donde permanecen más de cuatro millones de toneladas de residuos de producción uranífera. Otro grave problema son los residuos de Dioxitek, que periódicamente originan polémicas enormes. El gobierno cordobés, presionado por los grupos ecologistas, envió este año un proyecto a la Legislatura para prohibir algo que hoy no existe: la minería metalífera a cielo abierto. Desde la CNEA advierten que el proyecto colisiona con la ley provincial que fomenta la minería nuclear y recuerdan que Córdoba es una de las provincias con mayor riqueza uranífera. "Calculamos la presencia de 14 mil toneladas de uranio. Esa realidad no puede esconderse", opinan. El secretario provincial de Minería Aldo Bonalumi ratificó: "Hoy en Córdoba no hay nada relacionado con el uranio y no hemos autorizado ningún cateo a la CNEA, pese a la alarma que existe en algunos lugares. Córdoba no es una provincia para albergar este tipo de explotaciones". Mientras crece el reclamo para que se modifique la ley de minería dejada por el menemismo, muy desventajosa para el país desde lo económico, también ha surgido el reclamo para que la minería uranífera sea considerada una excepción y, por su valor estratégico, solamente pueda ser explotada por el Estado, tal cual ocurrirá en la provincia de La Rioja. Minería sojera “Se grita mucho contra la minería pero no se observa lo que pasa con los suelos agrícolas. Hoy el primer productor minero argentino es el agro. En las toneladas que exporta el agro, se están llevando un 15 ó 20 por ciento de agua y un cinco por ciento de minerales, según el grano. Cada año se van de Argentina dos millones de toneladas en minerales finamente destilados para el consumo humano. Una hectárea de alfalfa se lleva 226 kilos de calcio y los que protestan contra la minería no dicen nada de eso”, señala Aldo Bonalumi, secretario de Minería de Córdoba.
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