domingo, 14 de diciembre de 2008

UN ÁNGEL EN LAS JARILLAS

En la galería de su casa, Mónica Tobares le toma la presión a Rosas Pereyra, una de las habitantes de Las Jarillas y, además, su cuñada.


Domingo 14 de diciembre de 2008
Edición impresa Suplemento Temas Nota El cordobés del año
Un ángel en la tierra de la soledad



Alejandro Mareco
De nuestra Redacción

Su alma de madre temblaba de desesperación. Pero seguía entera en el calor de sus brazos que abrigaban a su hijo, en el llanto amordazado, en los ruegos que musitaba con la voz quebrada. Faltaba poco para llegar al hospital de Villa Dolores cuando sintió el suspiro que pareció llevarse la vida del niño.

Se quedó tan quieta como el cuerpo del pequeño. Después, cuando se lo entregó a los médicos, casi no hacía falta que se lo confirmaran: su hijo había muerto. Todo había comenzado un jueves por la noche. El pequeño Fabián, de apenas un año y un mes de vida, empezó a arder de fiebre. Ella le pidió a un joven vecino que fuera a caballo a buscar a su marido, que estaba trabajando en un campo a 15 kilómetros de distancia.

El viernes, la fiebre siguió mientras ellos se estremecían de impotencia porque no encontraban manera de corregir la situación. Hasta que el sábado salieron a atravesar los 85 kilómetros de camino de tierra que separa al paraje Las Jarillas de Villa Dolores. Entre tanto dolor, Mónica Tobares se lamentaba tanto por haber llegado tarde, pero entre tantas espinas que tenía clavada en su alma de madre, había una que le dolía en especial: la espina de la ignorancia.

Una docena de hermanos Había nacido en un paraje de esos perdidos en el noroeste cordobés: San Tiburcio. Era una más de 12 hermanos hijos de Eulogio Tobares y Angélica Carabajal, quienes vivían en una pequeña casa en un rincón de un campo en el que su padre trabajaba como capataz. Además, su madre y su padre eran parteros de oficio, y más de una noche los vio partir, a veces bajo la lluvia y en medio de la más espesa oscuridad, dispuestos a alumbrar en algún rancho extraviado la vida de un niño.

La pequeña Mónica soñaba con ser enfermera y jugaba a sanar a sus muñecas y hasta a ponerles vacunas a sus gatos. Pero, qué va… hay muchas historias que ya están escritas de antemano, o al menos eso parece: a todas las niñas que en esos lugares completan la primaria en una escuela rural y no pueden seguir estudiando, sólo les queda esperar que llegue el hombre que las hará madres.

Sucedió cuando tenía 15 años: en unos de esos bailes de campo a puro tocadiscos, con cumbia y con cuartetos, se le acercó Oscar Pereyra, un hombre casi 20 mayor que ella, con quien ya había cruzado miradas en otras ocasiones, y delante de su madre le ofreció la mano para invitarla a bailar. Así debía ser entonces, con respeto y la anuencia de los padres de la chica. Pasaron cinco años de noviazgo, hasta que llegó el casamiento y se fueron a vivir al paraje de donde él era oriundo, Las Jarillas.

Allí la esperaba una casa construida con bloques y techo armado con ramas de jarillas (un arbusto grande del lugar), bolsas de arpillera y tierra, la misma casa en la que hoy vive. Está en el corazón del paraje, junto a la iglesia, la escuela, la sala de primeros auxilios y alguna que otra casa. Pertenece al departamento Pocho y depende de la comuna de Chancaní, ubicada a 45 kilómetros. Rabia de no saber –Una sentía rabia de no saber, por ejemplo, que cuando un niño tiene fiebre es que hay algo serio que le está pasando y que no se borra porque uno consiga bajarle la temperatura.

Mi hijo tenía meningitis, y cuando reaccionamos fue muy tarde. Tantas veces le eché la culpa al campo, a vivir aquí, sin nada, lejos de todo. Incluso estuve con tratamiento psiquiátrico en Villa Dolores. –Y esa tremenda historia fue la que la impulsó a aprender. –Ya habían pasado algunos años, incluso había nacido mi hija Yamila, cuando me anoté en un programa de salud que se daba en Chancaní. Así empecé a vacunar.

Después, un día llegó aquí el doctor César Serra, del Instituto Cardiológico de Córdoba, con un equipo de médicos residentes, y él me animó a que fuera a la Capital a capacitarme. Hice pasantías en el Hospital de Urgencias, en el de Niños, en la Maternidad Provincial y en el Instituto Cardiológico. –Ya estaba cerca de ser enfermera, lo que tanto había querido de niña. –Y fui enfermera, porque hice un curso de auxiliar en el hospital de Villa Dolores. Pero también cursé el secundario a distancia a través del Sindicato de Empleados Públicos de Córdoba. Y ahora sueño con hacer la carrera de Enfermera Profesional.

Todo esto ha sido posible porque conté siempre con el apoyo de mi marido. No es muy común en estos lugares que el esposo le dé la posibilidad a su mujer de irse y estar ausente varios días. –Tanto esfuerzo empezó a tener reconocimiento, por fin. –El hecho de que el diario me postulara a Cordobés del Año ya hizo que mucha gente me conociera. Incluso, hace unas semanas, en el Día Internacional de la Salud, la Legislatura provincial me dio una plaqueta.

Éramos 10 los premiados y todos los demás eran médicos, imagínese lo que eso significó para mí. A toda hora Mónica Tobares (41 años) no cumple un horario en la sala de primeros auxilios. Para qué: no sólo que está apenas a 30 metros de su casa, sino que a cualquier hora llaman a su puerta para pedirle ayuda. En la mayoría de los casos llegan por heridas producidas en el trabajo del campo: de los 260 vecinos que se encuentran esparcidos en la zona del paraje, casi todos sobreviven criando animales: cabras, gallinas y algunas vacas.

A veces se pone el guardapolvo blanco que le regalaron en el Hospital Regional de Villa Dolores y va hasta la sala con su maletín de primeros auxilios, donde también tiene elementos para suturar. Cuando los casos son más complicados, como, por ejemplo, picaduras de víboras que abundan en el lugar (coral, yarará y otras) y otras situaciones de urgencia extrema, ella dispone de una ambulancia que le cedió la comuna de Chancaní para llevarlos a Villa Dolores.

También tiene una moto que en un gesto de solidaridad le compraron los alumnos del Colegio Gabriel Taborin de la ciudad de Córdoba, con la que sale a hacer sus campañas de vacunación y con la que hace poco tuvo un accidente que le costó cuatro meses de estar casi paralizada por una lesión en una vértebra.

En ese paraje donde sólo algunos tienen pantallas solares para proveerse de luz, y donde cuentan con muy pocas heladeras a gas y televisores a batería (en el lugar no hay señal para teléfonos celulares y sólo funciona un teléfono semipúblico en casa de Mónica), ella es la referente, el ángel guardián del disperso vecindario. Sus hijos (Vanesa, 21 años; Camila, 16, y Lucas, 14), que han tenido y tienen la posibilidad de cursar la escuela secundaria en Villa Dolores, le dicen que piense en el día en que, cuando sea grande, la lleven a vivir con ellos a la ciudad.

Pero Mónica les dice que no, que ella siempre estará allí, en Las Jarillas, esperando que llamen a su puerta para curar una herida. "Nada me angustia más que ver a una persona enferma y no poder hacer nada por ella. Por eso, cuando puedo hacer algo, me siento feliz", dice para cerrar la discusión.

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FECHA DE FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE VILLA CARLOS PAZ: 16 DE JULIO DE 1913 - ESCUDO DE LA CIUDAD DE VILLA CARLOS PAZ - CARTA ORGÁNICA - ARTÍCULO Nº 24 (...) Su descripción es la siguiente: de sinople tres fajas de plata ondeadas y en jefe, dos espadas de su color puestas en sotuer, bordura de gules, cargadas de ocho torres de oro, el escudo timbrado de un sol de oro. La forma del escudo es cuadrilonga, con la parte inferior redondeada, sus proporciones seis por cinco, de modo tal que la sexta parte de la altura cabe cinco veces en el ancho."
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ARTÍCULO 24:El municipio adopta el nombre de Villa Carlos Paz, denominación que deberá ser utilizada en todos los documentos, instrumentos públicos, actos y monumentos oficiales.Conforme a los antecedentes históricos, reconoce como fecha de su fundación el día 16 de julio de 1913. El escudo, símbolo que identifica la Ciudad, es de uso obligatorio en toda documentación,papeles oficiales, sellos, vehículos afectados al uso público y en el frente de los edificios municipales, prohibiéndose la utilización oficial de cualquier otro símbolo o leyenda. Su descripción es la siguiente:sinople tres fajas de platas ondeadas y en jefe, dos espadas de su color puestas en sotuer, bordura de gules, cargadas de ocho torres de oro, el escudo timbrado de un sol de oro. La forma del escudo es cuadrilonga, con la parte inferior redondeada, sus proporciones seis por cinco, de modo tal que la sexta parte de la altura cabe cinco veces en el ancho. CARTA ORGÁNICA MUNICIPAL DE VILLA CARLOS PAZ - CAPÍTULO II - Competencias y Emblemas. OTRA FUENTE CONSULTA HISTÓRICA: http://heraldicaargentina.com.ar/3-Cba-CarlosPaz.htm

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Fotografía Juan Carlos A. Paesani -LA FLOR DE VILLA CARLOS PAZ - SI CLICKEAS SOBRE LA IMAGEN VAS A ENCONTRAR LA INFORMACIÓN DE LA LAGAÑA DE PERRO Y OTRAS ESPECIES DEL BOSQUE SERRANO