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Volcanes submarinos: fuente de vida y de muerte
Estos fenómenos naturales, poco conocidos, son capaces de provocar una extinción masiva y de albergar formas de vida extrema y minerales de gran valor
Los volcanes submarinos podrían tener consecuencias importantes para el devenir de la Tierra y sus habitantes. Los científicos destacan su capacidad de causar cataclismos, pero también de ser el origen de diversas formas de vida y de aflorar minerales importantes para el futuro. Sin embargo, reconocen que apenas tienen información sobre su ubicación, actividad y posibles efectos, por lo que reclaman mayores investigaciones.
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Fecha de publicación: 17 de septiembre de 2008
- Imagen: NOAA
Investigadores de la Universidad canadiense de Alberta han descubierto que hace unos 93 millones de años la actividad volcánica en el fondo marino provocó una extinción masiva, aunque no tan grande como la que acabó con los dinosaurios.
Los científicos, Steven Turgeon y Robert Creaser, explican en un artículo, publicado en Nature, cómo se produjo la catástrofe. La lava alteró la química de los océanos, y posiblemente también de la atmósfera. La liberación de gran cantidad de nutrientes permitió la proliferación de vegetales y animales.
Los científicos, Steven Turgeon y Robert Creaser, explican en un artículo, publicado en Nature, cómo se produjo la catástrofe. La lava alteró la química de los océanos, y posiblemente también de la atmósfera. La liberación de gran cantidad de nutrientes permitió la proliferación de vegetales y animales.
Hace unos 93 millones de años la actividad volcánica en el fondo marino provocó una extinción masiva
Posteriormente, la descomposición de sus cadáveres en el fondo provocó que el agua perdiera su oxígeno (anoxia), lo que agravó los efectos de la erupción y la descarga de dióxido de carbono (CO2) en los océanos y la atmósfera. No obstante, gracias a ello, se quedaron almacenados grandes depósitos de esquisto negro, también llamado "petróleo no convencional" y al que puede sustituir en buena parte de sus aplicaciones.
Dado que los casos de anoxia, si bien son muy raros, se producen en periodos de clima muy caluroso y con un gran aumento del CO2, Turgeon observa alguna analogía con la situación actual. Por ello, asegura que este estudio podrá ayudar a estudiar mejor el fenómeno del cambio climático y lo que podría suceder si se sigue emitiendo más CO2 a la atmósfera y se desborda la capacidad de amortiguación del océano.
Los científicos reunidos en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencia alertaban ya en 2005 de los posibles peligros medioambientales de los volcanes submarinos. Estos expertos recordaban que emiten continuamente metano, un gas de efecto invernadero (GEI) más poderoso que el CO2. El metano permanece en el agua y parte de él se convierte en CO2, que es absorbido por el fitoplancton. No obstante, aún no se conoce con exactitud la cantidad que el mar puede asimilar y la que llega finalmente a la atmósfera. Por ello, los expertos reclaman más investigaciones para conocer mejor a los volcanes submarinos y sus posibles efectos.
Fuente de vida extrema y futuro de la minería
Estos volcanes, al igual que otros fenómenos de actividad geológica submarina, como las fuentes hidrotermales o las fumarolas, permiten la proliferación de seres capaces de vivir en condiciones extremas. La temperatura de estas zonas es muy alta y no hay oxígeno ni luz solar, y sí en cambio metano o ácido sulfhídrico (SH2). Por ello, se creía hasta hace no mucho que serían parajes desérticos.
Sin embargo, en sus alrededores se ha descubierto gran cantidad de bacterias anaerobias, capaces de vivir sin luz solar ni oxígeno, gracias a la energía del interior de la Tierra. Estos microorganismos forman además la base de un ecosistema formado por comunidades complejas de organismos como gusanos de tubo gigantes, almejas, mejillones gigantes, cangrejos, camarones, gambas, pulpos o peces, y cada vez son más las especies que son descubiertas.
Por ello, se trata de un ejemplo de que la vida puede abrirse paso en lugares y formas insospechadas. Incluso algunos científicos han apuntado a estos fenómenos como un posible origen de la vida en el planeta.
La gran mayoría de los volcanes submarinos se encuentra en áreas de movimiento tectónico de placas (dorsales oceánicas). Se caracterizan por ser fisuras en la superficie del fondo marino de los que pueden surgir erupciones de magma. En concreto, se estima que por ellos brota el 75% de magma en todo el planeta.
Normalmente, se hallan a gran profundidad, aunque algunos se ubican más cerca del exterior, por lo que pueden ser capaces de expeler fuera del agua el material volcánico. Por ejemplo, el volcán submarino de Kolumbo, en el Mar Egeo, fue descubierto en 1650 por una erupción que provocó la muerte de 70 personas cerca de la isla de Santorini.
Sin embargo, en sus alrededores se ha descubierto gran cantidad de bacterias anaerobias, capaces de vivir sin luz solar ni oxígeno, gracias a la energía del interior de la Tierra. Estos microorganismos forman además la base de un ecosistema formado por comunidades complejas de organismos como gusanos de tubo gigantes, almejas, mejillones gigantes, cangrejos, camarones, gambas, pulpos o peces, y cada vez son más las especies que son descubiertas.
Por ello, se trata de un ejemplo de que la vida puede abrirse paso en lugares y formas insospechadas. Incluso algunos científicos han apuntado a estos fenómenos como un posible origen de la vida en el planeta.
Asimismo, como explica Thierry Juteau, catedrático de Geología de la Universidad francesa de Brest y descubridor de las fumarolas negras, son el moto de la tectónica de placas, y en ellos se localizan los yacimientos de metales del futuro, que se explotarán cuando se agoten las minas terrestres.
La gran mayoría de los volcanes submarinos se encuentra en áreas de movimiento tectónico de placas (dorsales oceánicas). Se caracterizan por ser fisuras en la superficie del fondo marino de los que pueden surgir erupciones de magma. En concreto, se estima que por ellos brota el 75% de magma en todo el planeta.
Normalmente, se hallan a gran profundidad, aunque algunos se ubican más cerca del exterior, por lo que pueden ser capaces de expeler fuera del agua el material volcánico. Por ejemplo, el volcán submarino de Kolumbo, en el Mar Egeo, fue descubierto en 1650 por una erupción que provocó la muerte de 70 personas cerca de la isla de Santorini.
En muchas ocasiones se cuentan como montañas marinas, formadas por volcanes extinguidos. Asimismo, las condiciones del agua provocan que el magma sea diferente al que surge en los volcanes terrestres, y así, su flujo se conoce como "lava almohadillada".
Por ello, el trabajo de localizar estos volcanes no es precisamente fácil, de ahí que apenas se conozcan. No obstante, algunos equipos científicos ya han logrado importantes descubrimientos.
Por ejemplo, investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE.UU. grababan en 2005 una violenta erupción submarina en el Archipiélago de las Marianas, en el Océano Pacífico. Sus responsables ofrecen en su web un video sobre la explosión, tanto en formato Windows Media como en Quick Time.
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