DIARIO LA VOZ DEL INTERIOR
Tosno, una aldea cordobesa detenida en el tiempo
Falta el agua y este año se secaron sus napas. De 300 habitantes, 290 reciben ayuda alimentaria. Pero se resisten a emigrar.
Para arribar a esta pequeña comuna ubicada en el corazón del empobrecido departamento Minas, distante 240 kilómetros de Córdoba capital, el paisaje es un desafío difícil de afrontar. De extraña belleza, signada por la soledad y el silencio que estremece y todo lo domina, como celoso guardián de un pasado minero que ya fue, cultivado con sudor de trabajo. Sus 300 habitantes, con el agregado de otros 50 distribuidos en los cercanos parajes de Rumiyaco, La Aguadita, Los Pilones, Casas Viejas, Rodeo Grande y La Viborita, se erigen desde hace tiempo como auténticos resistentes en una agreste topografía.
Las escasas lluvias, las inclemencias del clima a sus 1.200 metros de altura, la carencia total de fuentes laborales y la incomunicación con otros centros poblados hacen que vivir aquí sea sólo para quienes se resisten al destierro. Por estos días, enfrentan una aguda crisis hídrica ante la falta de lluvias, que ha secado las napas subterráneas condenando al silencio a las roldanas de los aljibes, ante los pozos vacíos en cada vivienda.
Casi nadie recuerda ya cuando la lluvia mojó estos suelos por última vez. La lucha es diaria por el vital elemento para uso humano y animal, jaqueando hasta las de por sí tambaleantes mini economías familiares dedicadas a la crianza de ganado caprino y vacuno, con contadas cabezas por familia, sólo complementada por la comercialización de hierbas aromáticas, tales como ruda, menta e incayuyo, entre otras.
El presidente comunal, Walter Maidana, apuesta al convenio firmado con el Gobierno provincial, con miras a acceder al programa Agua para Todos, que traiga algún recurso para permitir nuevas perforaciones que traigan un hilo de agua y un hálito de esperanza a sus vecinos. Se pretenden al menos tres perforaciones interconectadas a la cisterna.
Todo es poco, nada alcanza para satisfacer las necesidades de agua: el déficit de este pequeño pueblo trepa hoy a más de 50 mil litros semanales. Y eso que son apenas 300 habitantes. La única perforación tuvo que llegar hasta los 100 metros, logrando el magro aporte de 3.500 litros diarios que se acumulan en una cisterna con capacidad para 50 mil litros.
La red domiciliaria alcanza apenas a 28 viviendas, ante la dispersión de las unidades habitacionales en la inmensidad rural. A esto se agrega un aporte semanal que hace llegar la Subsecretaría de Recursos Hídricos (ex Dipas) de ocho mil litros y otros tantos en el mismo término que aporta el Consorcio Caminero 415, del cual Tosno forma parte. Es común observar pequeños arreos de vacunos por la única calle del pueblo, trasladando a los animales por kilómetros hasta alguna oculta y sobreviviente aguada.
Sólo el forraje arrimado desde el Gobierno hace sobrevivir a duras penas a las reses, carentes de pastura alguna. Esta ayuda se ha centralizado en la Comunidad Regional que reúne a las siete comunas de Minas con problemáticas similares e insertas en el departamento provincial de más bajo PBI (el de mayor pobreza).
Codo a codo.
Luego de una recorrida de este diario hurgando cada rincón del lugar, la conclusión aflora naturalmente: el corazón de Tosno es su comuna, frontera de las carencias y puerta que golpean los lugareños en búsqueda de las soluciones a sus necesidades
Una vista de casi todo el pueblo, entre los faldeos del extremo noroeste de la provincia.
La ausencia total de fuentes laborales o de emprendimientos productivos así lo determina. Mensualmente se distribuyen 290 módulos alimentarios, 10 menos que el total de su pobladores. A esto se agrega un total de 150 planes y pensiones asistenciales, que alcanzan al 50 por ciento de los vecinos. O sea, que hay varios por familia.
De eso viven en estos pagos. Con eso sobreviven. La contención se complementa con aportes de materiales de construcción para mantener en pie las viviendas, la ayuda ante contingencias como viajes por razones de salud o tratamientos médicos especializados. La comuna cuenta con un dispensario flamante, bien equipado y una ambulancia, que atiende casos de salud primaria y deriva pacientes al Hospital de Ciénaga del Coro o al de Cruz del Eje.
Al menos en ese sentido –debe decirse también– los pobladores están mejor que en el pasado. La escuela rural Monseñor Luis Rosendo Leal luce en tanto impecable y es el orgullo del pequeño pueblo. 29 corazones laten en sus aulas en la etapa primaria y 18 en el secundario. Por contrapartida, Tosno y su zona tienen un servicio de colectivo de transporte de pasajeros un solo día a la semana, estando distante 51 kilómetros de tierra de Villa de Soto y 11 de Ciénaga del Coro. Aquí, casi ninguna familia tiene vehículo propio. La aldea cuenta con un solo teléfono público, ubicado en el edificio comunal, y la señal de telefonía celular solo se logra mediante antenas adicionales.
Hace años que su destacamento policial está cerrado. El pequeño edificio luce solitario, luego de la partida del único efectivo. La comisaría más cercana está a 11 kilómetros. Luz y títulos de propiedad. La energía eléctrica no queda fuera de los faltantes: la dispersión rural de las viviendas (10 aún son ranchos) y la topografía impiden aún superar el 35 por ciento de los habitantes que cuentan con ese servicio.
Tosno, además, no está afuera de otro flagelo que asuela todo el norte provincial y que impiden su progreso: la carencia de títulos registrales de sus campos y predios. Pero igual su gente, aquí criada, resiste al éxodo y no abandona el terruño. Hace honor a sus raíces comechingonas de agroalfareros, asentados en estas comarcas desde hace unos 500 años.
FUENTE: La Voz del Interior 27/09/09
No hay comentarios:
Publicar un comentario