Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA
Fecha de publicación: 15 de abril de 2009
La expresión "isla de calor urbana" ("urban heat island") surge por vez primera en 1958, cuando el climatólogo inglés Gordon Manley relaciona la reducción de las precipitaciones de nieve en las ciudades inglesas con el aumento de las temperaturas en los ámbitos urbanos. Diversos factores provocan el fenómeno de la "isla de calor" o "isla térmica" en las ciudades y que su intensidad varíe. La forma en que están edificados los centros urbanos contribuye a elevar su temperatura. Los materiales de construcción utilizados comúnmente en las ciudades, como el hormigón o el asfalto, retienen una gran cantidad de calor que desprenden por la noche.
Las actividades industriales y domésticas generan también calor y emisiones contaminantes que inciden en el aumento de las temperaturas. El número de habitantes también influye: en ciudades con una población entre 500.000 y un millón de personas, la temperatura del aire suele aumentar en 1,1 y 1,2º C; y superando el millón de habitantes, la temperatura puede ascender entre 1,2 y 1,5º C.
Por otra parte, las condiciones climatológicas o geográficas también inciden en un mayor o menor aumento de las temperaturas urbanas. Así, un clima sin viento ni nubes acentuará el efecto de isla de calor, mientras que en verano una ciudad costera se beneficiará de que la temperatura de la superficie del océano esté mas fría que la terrestre y el viento sople hacia tierra firme. Por su parte, las ciudades rodeadas de zonas rurales húmedas sentirán en menor grado este fenómeno, mientras que las ubicadas en un valle rodeado de montañas de más de 500 metros de altura son más propensas a convertirse en una isla de calor. Asimismo, ciudades ubicadas en latitudes medias suelen tener islas de calor más fuertes en verano o en invierno.
Consecuencias negativas de las islas de calor
La salud de los ciudadanos también puede verse afectada. Una ola de calor acentuada con una isla térmica puede provocar temperaturas muy severas, con el consecuente riesgo, especialmente para niños o ancianos. Asimismo, un mayor calor estable en las ciudades puede facilitar la expansión de insectos que transmiten enfermedades (vectores).
Por otra parte, las islas de calor podrían estar influyendo en el cambio climático, aunque de una forma muy curiosa. Los científicos recuerdan que el aumento de la temperatura en las ciudades es un fenómeno a pequeña escala, por lo que su impacto como tal en el clima global no es muy relevante. Sin embargo, sí que pueden haber influido en los datos tomados como referencia para cuantificar el calentamiento global.
Asimismo, para evitar aumentar el uso de la climatización, se debería potenciar el uso de sistemas de edificación bioclimáticos. A la hora de reducir la contaminación y el aumento del consumo energético, la utilización de alternativas a los combustibles fósiles, el aumento de la eficiencia energética o la reducción del uso de la energía o del transporte privado son también medidas que no deberían faltar.
Estudio de las islas de calor en España
Asimismo, un interesante ejemplo de investigación sobre este fenómeno es el programa DESIREX. En el mismo participan diversas universidades y centros de investigación de toda Europa para cuantificar este fenómeno en varias ciudades europeas, entre ellas Madrid.
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